Hermana Roxanne Schares, Superiora General

Hermana Roxanne Schares

Hermana Roxanne Schares, Superiora General

En misión durante 185 años, las Hermanas de las Escuelas de Nuestra Señora / Hermanas Educadoras de Notre Dame han respondido a necesidades urgentes, comprometiendo toda su vida por aquella unidad para la cual Jesucristo fue enviado. Como marcamos este aniversario de la fundación de nuestra congregación el 24 de octubre, tengo el gusto de introducir nuestro boletín En Misión. Éste es una nueva iniciativa colaborativa de nuestra congregación internacional, multicultural, multilingüe.

La congregación ha crecido desde su humilde comienzo en Baviera, Alemania, en 1833, cuando tres mujeres jóvenes empezaron a vivir la vida comunitaria, dedicadas a  atender las necesidades de sus tiempos a través de la educación. Impulsadas por profunda fe y valor, nuestra fundadora, la Beata M. Teresa Gerhardinger arriesgó los escasos recursos por responder dondequiera fuese llamada. En su espíritu discernimos y respondemos al llamado de Dios expresado en nuestros tiempos. Hoy, diversas en origen, cultura e idioma, vivimos y servimos en 30 países de cinco continentes, unidas en la misión.

Especialmente sensibles a la juventud, a la mujer y a los que luchan con la injusticia y la pobreza, educamos con la convicción de que el mundo puede ser cambiado a través de la transformación de los seres humanos. Como educadoras en todo lo que somos y hacemos reconocemos nuestra obligación y nuestras oportunidades de desarrollar una visión del mundo y un sentido de responsabilidad global.

Las urgentes y cruciales preocupaciones mundiales de nuestros tiempos demandan que demos testimonio de la unidad en la diversidad y nos animemos a responder audazmente de maneras insospechadas. Arriesgando respuestas innovadoras, nuestras Hermanas cruzan fronteras, promueven la inclusión, buscan mayor colaboración, luchan por vivir la misión interculturalmente y avivan la esperanza. En todo esto somos mutuamente enriquecidas y desafiadas a una comunión aún más profunda.

La comunión con el Dios Uno y Trino nos impulsa al interior del corazón del mundo para transformarlo con paz, esperanza y amor. Que estas historias de nuestra vida en misión inspiren y den testimonio del amor universal de Dios, amor que da todo.