
Dios amoroso, “desde el momento de nuestro bautismo nos abrimos de una manera nueva a tu iniciativa en nuestras vidas…” (SE, C 2) Nos estabas llamando a abrazar la vida como Hermanas Educadoras Notre Dame. Cuando hicimos nuestra primera profesión de votos, no teníamos idea de las aventuras, bendiciones, desafíos y cambios que experimentaríamos. “Porque tú nos amaste primero, pudimos responder con amor” (SE, C 10). Hace veinticinco años dijimos: “Acogidas por el amor incondicional de Cristo, comprometemos con alegría la totalidad de nuestra persona” (SE, C 13).
Mientras celebramos nuestro jubileo, te alabamos y te agradecemos por el don de nuestra vocación. Estamos abrumadas con asombro y gratitud por todo lo que ha sido. Dios amoroso, has sido tan bueno con nosotras y nos has rodeado de compañeras y compañeros fieles en el camino para desafiarnos, apoyarnos, guiarnos y acompañarnos mientras nos llamas a una mayor fidelidad.
Te damos gracias, Dios, por aquellas personas con quienes hemos compartido nuestra vida a lo largo del camino. Bendícelas a ellas y a todas nosotras. Bendice nuestros encuentros para que también este sea una bendición para aquellas personas a quienes nos envías. Amén.